“Huérfano” (¡qué terrible palabra!) no es solo quien perdió a sus padres a causa de su muerte, también lo es quien, teniéndolos vivos, carece de su atención, protección y amor. Si bien el autor tiene autoridad para hablar de esto (adoptó a dos niños, cuatro de sus nietos son adoptados y su esposa Margaret dirige una agencia de adopciones), cada capítulo está orientado a nosotros como hijos adoptados por el Padre celestial.

A medida que se mencionan los derechos del niño, se explican paralelismos espirituales. Pablo, en Romanos 8:15, se refiere al “espíritu de adopción” alegando: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Adoptar es tomar como propio a un hijo ajeno y ofrecerle una familia a quien que no la tiene. Eso es lo que Dios hizo por nosotros, que éramos hijos del diablo: nos hizo Sus hijos y nos dio una familia y suple todas nuestras necesidades.

A medida que uno lee El espíritu de adopción, recibe revelación sobre el misterio de la adopción espiritual; a su vez, quienes están en proceso de adopción o de guarda, o quienes están elaborando la idea de asumir esta responsabilidad obtendrán aliento y comprensión en el amor incondicional de Dios Padre.

Adoptar es un llamado a amar y a dar sin esperar nada a cambio.

El espíritu de adopción

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“Huérfano” (¡qué terrible palabra!) no es solo quien perdió a sus padres a causa de su muerte, también lo es quien, teniéndolos vivos, carece de su atención, protección y amor. Si bien el autor tiene autoridad para hablar de esto (adoptó a dos niños, cuatro de sus nietos son adoptados y su esposa Margaret dirige una agencia de adopciones), cada capítulo está orientado a nosotros como hijos adoptados por el Padre celestial.

A medida que se mencionan los derechos del niño, se explican paralelismos espirituales. Pablo, en Romanos 8:15, se refiere al “espíritu de adopción” alegando: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. Adoptar es tomar como propio a un hijo ajeno y ofrecerle una familia a quien que no la tiene. Eso es lo que Dios hizo por nosotros, que éramos hijos del diablo: nos hizo Sus hijos y nos dio una familia y suple todas nuestras necesidades.

A medida que uno lee El espíritu de adopción, recibe revelación sobre el misterio de la adopción espiritual; a su vez, quienes están en proceso de adopción o de guarda, o quienes están elaborando la idea de asumir esta responsabilidad obtendrán aliento y comprensión en el amor incondicional de Dios Padre.

Adoptar es un llamado a amar y a dar sin esperar nada a cambio.